miércoles, 20 de enero de 2010

Alsa o la inconsecuencia


Ayer me propuse viajar a Plasencia. Venía el escritor asturiano Ricardo Menéndez Salmón, uno de los mejores narradores jóvenes de España. Tenía intención de tomar el autobus de Alsa que hace el recorrido Cáceres-Plasencia-Salamanca, y que salía a las 18 h. de Cáceres. Cuando llego a la taquilla, 20 minutos antes y pido mi billete el señor de Alsa me espetó "no te puedo dar billete para Plasencia". Ante mi sorpresa, me explicó que aunque el autobus pasa por Plasencia, no podía darme billete para Plasencia, ya que había otra línea que tenía la concesión para esa ciudad. El siguiente autobus de esa compañía salía a las 20.30 h. Me dijo que me podía dar billete para Salamanca, que costaría el doble, y bajarme en Salamanca. Ante mi mudo asombro, propuso otra solución, que sería tomar el autobus dirección Valladolid, que salía a las 18.25, y comprar un billete a Béjar, que me costaría sólo un poco más que a Plasencia. Acepté, pues no me quedaba otra opción, aunque con ese autobus llegaría algo escaso de tiempo para la lectura de Menéndez Salmón. Me senté a esperar a que llegara el autobus a Valladolid, algo desanimado, pero poco antes de las 18 h, se me ocurrió que, si podía viajar con billete a Béjar en el autobus a Valladolid, ¿por qué no podía hacerlo en el de Salamanca? Fui a la taquilla pero el taquillero ya no estaba. Salí a las dársenas (esa palabra tan bella, que nos sugeriría un ambiente portuario, de viajes en barcos mercantes, en lugar del terrestre medio del autobus de carretera) y vi que junto al conductor del autobus a Salamanca estaba el taquillero. Al verme, se apiadó de mí y dijo al conductor que si no le importaba llevarme, ante lo cual éste se encogió de hombros. "Anda, puedes subir, pero no te vayas más arriba de Plasencia, ¿eh?" me advirtió. Así pues, viajé finalmente a Plasencia, en el autobus a Salamanca, con un billete que decía que yo iba a Béjar en el autobus a Valladolid de media hora más tarde. Así funcionan muchas veces las cosas en Extremadura: trámites, ordenanzas estrictas, prohibiciones, "no se puede", que lo entorpecen todo, y cuya inutilidad se demuestra cuando por alguna razón interesa saltárselas. ¿No sería preferible que el pasajero tuviera la mayor cantidad de opciones posibles para circular por su tierra, que pudiera viajar a Plasencia en un autobus que para en Plasencia y no tener que esperar al que tiene la concesión, que también puede coger en otro momento? Pero aquí, parece que muchas personas tienen el lema de por qué hacer las cosas fáciles cuando podemos hacerlas complicadas, o para qué ir en línea recta, pudiendo hacer rodeos, meterse en laberintos o en callejones sin salida.
Por lo demás, eso sí, el paisaje entre Cáceres y Plasencia estaba precioso, verde como pocas veces y surcado por arroyuelos, un placer para la vista. Y la charla de Menéndez Salmón en el auditorio, relativamente concurrida e interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario