viernes, 16 de julio de 2010
Bibliotecas cacereñas en verano
miércoles, 24 de marzo de 2010
¿He de seguir?
lunes, 8 de febrero de 2010
Lo que dice hoy el "Hoy"
http://www.hoy.es/20100208/local/extremadura-201002081631.html
Razones aparte sobre esta encuesta (está claro que en las ciudades hay mayor oferta cultural, que en el norte se pasa menos tiempo en la calle, y otras causas históricas sobre las que hoy no voy a extenderme), querría preguntar qué hacen los dos periódicos regionales para remediar o paliar esta situación.
El "Hoy" ni siquiera tiene sección de Cultura como tal, sino sólo una mínima de "Sociedad y cultura". El Periódico de Extremadura no tiene sección de cultura. Por no hablar del ínfimo nivel de sus redactores. Mientras que periódicos como "El Faro de Vigo", "La Nueva España" de Oviedo, el diario "Córdoba", por poner algunos ejemplos, cuentan de vez en cuando con colaboraciones de críticos o escritores de prestigio, los lectores de "Hoy" se han de dar por satisfechos con las elucubraciones diarias de un tal De la Torre... Sin duda, los dos diarios regionales no sólo no contribuyen sino que disminuyen el nivel general de la cultura en Extremadura.
martes, 2 de febrero de 2010
breve apunte sobre Cáceres 2016
Cuando hace ya varios años marché de Cáceres tras vivir unos años aquí, ya había noticia a la aspiración de Cáceres a ser capital europea de la cultura. Regresado aquí, me sorprende la puerilidad de la publicidad que se le da a esa pretensión. Los argumentos se basan en lo bien que le vendría a Cáceres ser capital europea, no en por qué merece serlo. Esto se resuelve en un párrafo breve que da pena leer: "Enumerar las razones por las que Cáceres debería ser Capital Europea de la Cultura en 2016 sería sencillo, aunque extenso: porque es Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por la muralla árabe, por sus innumerables palacios, por su gastronomía única, por sus vinos, etc." Si es por gastronomía y vinos, cualquier ciudad española dirá que los suyos son mejores, si por monumentos árabes, ciudades como Córdoba tienen más de qué presumir, etc. Pero sobre todo, creo que la capitalidad cultural, para merecer este nombre, debería darse a una ciudad que destacara por su vida cultural, de la índole que fuera. Y vida cultural en Cáceres, por muy benévolos que seamos, hay poca y anodina. Seamos realistas. En esta región se lee poco, hay poco interés por el arte, y la mayoría de la gente no tiene inquietudes culturales de ningún tipo.
Los cacereños quieren que Europa les premie, por su cara bonita, pero, habiendo vivido en bastantes ciudades europeas, creo que Cáceres es una de las ciudades que menos merecería ser capital de Europa en nada. Es lo más opuesto a una ciudad cosmopolita y su aportación a la cultura actual es igual a cero. Hace diez, doce años había cierta vida cultural que se desarrollaba modestamente, sin aspirar a ser capital de nada. Ahora, todo ha decaído, las causas son muy varias, y habrá que irlas desgranando de vez en cuando. Entretanto, me da un poco de vergüenza ajena ver el dinero que se gastan en autobombo para consumo de los de casa.
martes, 26 de enero de 2010
Con el “tren hotel” de Madrid a Cáceres
Se habla de vez en cuando del futuro AVE de Extremadura, el tren de alta velocidad de Madrid a Lisboa que enlazará nuestra comunidad con rapidez y confort a la capital. Los extremeños suele hablar de ello con poca convicción, con cierto escepticismo. Hay poca costumbre de viajar en tren, por las escasas líneas y su servicio poco cómodo. Es un círculo vicioso, pues ¿para qué va a renovar RENFE sus trenes si ya son deficitarios? Por eso, yo me empeño en tomar el tren siempre que puedo. Anoche lo tomé para volver de Madrid, donde estuve un día ocupado en unos asuntos, a Cáceres. Se trata de un “tren hotel” que va a Lisboa, que sale a las 22.25 de Chamartín y llega a la 1.51 (si no hay retrasos, lo que suele ser poco frecuente) a Cáceres. Tampoco hay muchas posibilidades para volver a Cáceres, si tenemos en cuenta que el último autobus sale a las ocho de la tarde*. El viaje, por ende, fue poco agradable, y nada económico, pues pagar 39 euros por ir en clase turista resulta caro para el servicio que ofrecen. Debe ser más cómodo en los vagones litera, es decir, donde van los portugueses. Pero para los extremeños, que no vamos a alquilar una cama para dormir tres horas y media, el viaje es molesto y puede llegar a ser un calvario si uno es sensible y se le levanta dolor de cabeza con facilidad. El tren hace un ruido infernal, que casi no deja escuchar ni los pensamientos ni siquiera la música que uno pueda escuchar. Traqueteos sin fin, olor a humo quemado de vez en cuando, y el continuo ruido de las ruedas y la maquinaria hacen el viaje muy poco grato. Claro, no es sólo culpa del tren, habría que mejorar la vía, y eso cuesta dinero y total, la gente no utiliza el tren. Para colmo, ya que el estrépito que armaba el tren dejaba la posibilidad de echar una cabezada fuera de cuestión, decidí ponerme a leer, pero esto sólo lo pude hacer hasta Talavera de la Reina. Nada más salir de esta estación, el revisor vino y apagó las luces. De nuevo, viajando a oscuras por Extremadura, como cabezas de ganado.
Quizás mi blog se arriesga a parecer, de momento, monotemático sobre cuestiones de transporte. No se preocupe la lectora o el lector, se abordarán otras cuestiones, pero ésta no me parece banal. Es una lástima no poder viajar con comodidad por la región de uno. Eso, aunque no lo parezca, también hace sentirse a un pueblo orgulloso de su tierra.
miércoles, 20 de enero de 2010
Alsa o la inconsecuencia
Ayer me propuse viajar a Plasencia. Venía el escritor asturiano Ricardo Menéndez Salmón, uno de los mejores narradores jóvenes de España. Tenía intención de tomar el autobus de Alsa que hace el recorrido Cáceres-Plasencia-Salamanca, y que salía a las 18 h. de Cáceres. Cuando llego a la taquilla, 20 minutos antes y pido mi billete el señor de Alsa me espetó "no te puedo dar billete para Plasencia". Ante mi sorpresa, me explicó que aunque el autobus pasa por Plasencia, no podía darme billete para Plasencia, ya que había otra línea que tenía la concesión para esa ciudad. El siguiente autobus de esa compañía salía a las 20.30 h. Me dijo que me podía dar billete para Salamanca, que costaría el doble, y bajarme en Salamanca. Ante mi mudo asombro, propuso otra solución, que sería tomar el autobus dirección Valladolid, que salía a las 18.25, y comprar un billete a Béjar, que me costaría sólo un poco más que a Plasencia. Acepté, pues no me quedaba otra opción, aunque con ese autobus llegaría algo escaso de tiempo para la lectura de Menéndez Salmón. Me senté a esperar a que llegara el autobus a Valladolid, algo desanimado, pero poco antes de las 18 h, se me ocurrió que, si podía viajar con billete a Béjar en el autobus a Valladolid, ¿por qué no podía hacerlo en el de Salamanca? Fui a la taquilla pero el taquillero ya no estaba. Salí a las dársenas (esa palabra tan bella, que nos sugeriría un ambiente portuario, de viajes en barcos mercantes, en lugar del terrestre medio del autobus de carretera) y vi que junto al conductor del autobus a Salamanca estaba el taquillero. Al verme, se apiadó de mí y dijo al conductor que si no le importaba llevarme, ante lo cual éste se encogió de hombros. "Anda, puedes subir, pero no te vayas más arriba de Plasencia, ¿eh?" me advirtió. Así pues, viajé finalmente a Plasencia, en el autobus a Salamanca, con un billete que decía que yo iba a Béjar en el autobus a Valladolid de media hora más tarde. Así funcionan muchas veces las cosas en Extremadura: trámites, ordenanzas estrictas, prohibiciones, "no se puede", que lo entorpecen todo, y cuya inutilidad se demuestra cuando por alguna razón interesa saltárselas. ¿No sería preferible que el pasajero tuviera la mayor cantidad de opciones posibles para circular por su tierra, que pudiera viajar a Plasencia en un autobus que para en Plasencia y no tener que esperar al que tiene la concesión, que también puede coger en otro momento? Pero aquí, parece que muchas personas tienen el lema de por qué hacer las cosas fáciles cuando podemos hacerlas complicadas, o para qué ir en línea recta, pudiendo hacer rodeos, meterse en laberintos o en callejones sin salida.
Por lo demás, eso sí, el paisaje entre Cáceres y Plasencia estaba precioso, verde como pocas veces y surcado por arroyuelos, un placer para la vista. Y la charla de Menéndez Salmón en el auditorio, relativamente concurrida e interesante.